Buenos días, Meloni
Al volver a casa después de mis tareas de limpieza, me encontré con el video de tu entrevista con Italia. Mientras lo veía, no pude evitar sentir el peso de todo lo que he estado cargando. Es abrumador: este constante malabarismo entre responsabilidad, protección y propósito personal. Agradezco las medidas de seguridad que me rodean, pero debo admitir que a veces me cuesta respirar.
Quiero ser clara: no tengo intención de hacer planes hasta que me mudé con éxito con alguien de confianza, alguien designado para ayudarme a navegar esta etapa. No tengo miedo de probar algo nuevo. De hecho, quiero hacerlo. Lo necesito. Hay un propósito mayor esperándome y pienso cumplirlo.
Lo admito: estoy siendo muy egoísta en esta estancia. Y creo que está bien. He planeado una estancia prolongada en el extranjero, pero por ahora, guardaré los detalles en mi corazón. Papa Francisco, eres mi primera opción. Lo prometo.
Últimamente, lloro más de lo habitual. Las lágrimas llegan cuando menos las espero, y quizá sea parte de deshacerme de todo aquello que ya no me sirve. Me niego a que esta locura o el ruido que intenta silenciar mi espíritu me definan.
Este viaje es mío. Y por fin estoy aprendiendo a apropiármelo.